NATUKA HONRUBIA, MUTACIONES DEL DESEO por Lourdes Santamaría
Uno de los conceptos que late con mayor intensidad en las obras de Natuka Honrubia es el de “lo siniestro” freudiano: Un punto de cruce entre opuestos; cuando “algo” que siempre fue familiar a la vida física y/o psíquica, de repente, se torna extraño mediante el proceso de su represión, y lo que debería haber quedado oculto se manifiesta de forma inquietante, angustiosa, funesta. “Lo siniestro” se hermana a menudo con “lo abyecto” y “lo informe”, conceptos de Georges Bataille que en mayor o menor medida (como una carga de profundidad o una pesadilla que nos angustia sin poder recordarla), de forma sutil o a veces cruel, subyacen en las esculturas y dibujos-collages de Natuka Honrubia. El arte se mueve entre estos conceptos-territorios proscritos como en su habitat natural. No en vano Francis Bacon decía: ¿Qué clase de artista, de poeta sería yo, si no me atreviera a entrar en los lugares prohibidos, los que ni siquiera tienen nombre...?
José Miguel G. Cortés señala acerca del concepto de “lo informe” que no es algo meramente opuesto a la forma, sino un elemento que está dentro de la misma, como una posibilidad que la complementa y a la vez la erosiona, degenera o corrompe desde su interior; algo que participa de ella y a la vez es diferente. Las esculturas y dibujos de Natuka Honrubia participan de lleno de esta condición; en ellas se produce el desbordamiento de los límites corporales, la obliteración de las categorías y la confusión de los géneros.
En obras como Blooming Feast vemos una (re)celebración de la Artemisa Efesia, la diosa virgen masculinizada de la fecundidad ebria y ubérrima, con sus múltiples pechos y/o testículos de toro, anos y falos dispuestos como racimos de vid, desparramados como una ofrenda de carne informe, definitivamente descuartizada sobre la mesa donde se ofrece para la degustación de paladares refinados: Como los de Simone, la perversa heroína de “Historia del ojo”, castradora y devoradora de testículos de Minotauro.
Desde la prehistórica Venus de Willendorf, pasando por el Dejeneur sur l´herbe de Manet, con la carne de sus demi-mondaines expuestas al placer voyeurista, al Festín caníbal de Meret Oppenheim, donde ella misma se exhibe desnuda y dorada para deleite de los antropófagos surrealistas, la carne ha sido siempre metáfora y símbolo del deseo obsesivo e insaciable, como el de Salvador Dalí, que en pleno éxtasis gastronómico gritaba: La belleza será comestible o no será. Louise Bourgeois y, sobre todo, Hans Bellmer no han cesado de explorar la anatomía del deseo que se encierra en la carne, aunque para ello (o precisamente por ello) hayan tenido que desintegrar y transgredir los límites reconocibles del cuerpo, hiperbolizándolo hacia lo monstruoso.
Como Natuka Honrubia, que en sus obras Bumblebee y Glow crea mutantes hibridaciones, falsamente anárquicas, como caracoles hermafroditas con múltiples protuberancias y orificios para autosatisfacerse. En Bees to the flowers vemos una estilizada mesa sobre la que se arraciman los senos-testículos con pezones hiperrealistas, como globos oculares rellenos de carne andrógina a punto de reventar. Toda esta carne de consistencia de chicle (Chewing Gum), elástica, masticada y escupida, multiplica los efectos de obscenidad y seducción, la inocencia infantil del perverso polimorfo. Es la delicuescencia de la "Nueva Carne Informe", con reminiscencias de Cronenberg y Lynch, otros maestros de la desmesura y el exceso morfológico.
En las obras de Natuka Honrubia vemos la manifestación inquietante de “lo siniestro” y “lo abyecto”. No sólo perturba la irrupción del doble o de “algo” oculto: Lo abyecto es subversivo, impuro, improductivo, como las prácticas sexuales transgresoras de tabúes; se identifica también con el cadáver o lo corrompido, lo que el cuerpo expulsa y segrega que hace peligrar la integridad del ser humano y revela su condición vulnerable y miserable. La persona se ve amenazada por mutaciones físicas o psíquicas que conjugan opuestos irreconciliables, hibridaciones contra natura, seducciones macabras, como en la escultura Foxy Lady: Una araña-medusa (pesadilla simbolista soñada por Odilon Redon) o tal vez un pulpo de mirada de seda y tentáculos de acero; su boca-ano-vulva descubre la carne secreta, sorprendentemente rosa (shocking pink) de la Venus atrapafalos.
Las creaciones de Natuka Honrubia son ejemplos de la traducción plástica de la figura literaria oxímoron (un imposible, un milagro-mutación-aberración, una inversión de las leyes de la naturaleza de incierto significado que armoniza conceptos opuestos y/o contradictorios en una sola expresión.) Y de nuevo la fecunda Artemisa se materializa en My Rabbit, el hibrido liebre-humano que intenta sujetar los senos desbordantes como vísceras, pezones incrustados en los ojos-huevos que acentúan la sensación de ser escrutado. En Smiling Señorita vemos un@ Perr@ con la sonrisa estúpida y malvada (como el Joker de Batman); es un animal obsceno por la acumulación de significantes sexuales, con la piel obscenamente sonrosada y desnuda, recubierto de pezones inútiles como llagas o erupciones purulentas, con vagina de niña y cola ambigua. En Riding Master, un amo-esclavo canta como Iggy & the Stooges: Now I wanna be your dog…quiero ser tu perro, sentir la suavidad del encaje de seda negra sobre mi piel y la dureza de mi amo a través de la correa de cuero, áspero y cortante.
Natuka Honrubia con sus esculturas-prótesis-mutaciones llega a una curiosa síntesis: como si fuera la díscola discípula del doctor Frankenstein, tras pasar un postgrado de especialización con el doctor Moreau en la Isla de las Almas Perdidas, sin olvidar su master de perfeccionamiento en Haute-Couture Mutante, impartido por Galliano, MacQueen y Blanihk (of course) en Londres. Y así, cuando la crueldad roza la perfección estilística, se producen obras-artilugios de carne metamorfoseada en objetos siniestramente cotidianos, como estos: Swim Aflamed, exprimidor-pezón, ¿Qué deleitoso jugo producirá semejante arte-facto? O Early Breakfast, un exprimidor-labios, con cuchara-lengua y huevos-pezones. Y la aparente fragilidad de unos huevos-alien esconde la firmeza de unas lenguas algo inquietas, prestas a chupar la cuchara-dedo de Swaddeling Core. En Unisex, el perverso polimorfo cree que es adulto, pero no deja atrás a los añorados juguetes de la infancia, convertidos en las prótesis hinchables con las recrea los momentos baño-ducha que consistían en la exploración íntima y lasciva del cuerpo, más que en aseo del mismo.
En Mighty Girl y Sugar Tongs, nuestra escultora-cirujana favorita crea unos instrumentos quirúrgicos dignos de los gemelos cirujanos-ginecólogos de “Inseparables” (Dead Ringers, Cronenberg), realizados ex profeso para explorar úteros trifurcados de mujeres mutantes. Sus artilugios erógeno-instrumentales demuestran la perfección aerodinámica de los fragmentos corporales y su ensamblaje, donde cada curva encaja con su antagonista. La lengua-fálica-cascanueces está diseñada para algo que sólo el marqués de Sade podría concebir. Al igual que la lúbrica y sugerente la caja de Organics, que custodia los dedos-dildos multiétnicos. En el film “Belle de Jour”, Buñuel, ese exquisito fetichista, nos hace centrar la atención en una caja que lleva un cliente oriental, cuyo contenido obsceno (ya que nunca vemos su interior, permanece “fuera de escena”) es rechazado con aprensión por las belles del burdel: Sólo la Deneuve, fellatoma y espermatrix como la llama el personaje de Michel Piccoli, se atreve a coger y, suponemos, utilizar el ignoto artilugio. ¿Tal vez Natuka supo imaginar y construir ese oscuro fetiche secreto?
- SANTAMARÍA BLASCO, Lourdes: “Natuka Honrubia. Mutaciones del Deseo” / “Natuka Honrubia. Mutacions del Desig” / “Natuka Honrubia. Mutations of Desire”, en Natuka. Lindo Indoors, Fundación de las Artes de la Comunicación, Generalitat Valenciana y Fundação Bienal de São Paulo, 2007